5.24.2010

Bajo 3R

¿Por qué deberia tirar parte de un proyecto solo por haber fallado en mi propósito inicial? ¿Tengo que quemar mis energías de amor y alegría, de enojo y rabia en forma de calor inutil?

Este bajo nació de la crisis, la desesperación, el fulgor de los gritos oprimidos. Dias enteros dedicados al oficio, para dar vida a este instrumento y dejar solo lo mejor, puro y luminoso de tiempos más bien grises.

El cuerpo es de una guitarra tipo Fernandes Ravelle a la que le hice los biseles para zurdo...cuando el dueño es derecho (que boluudooo). El mástil está hecho en dos partes de grapia, con un diapasón grueso de lapacho negro; estas maderas las tenia hace mucho tiempo guardadas, me las regaló un amigo de mi viejo que las encontró tiradas.

Microfono, clavijas, puente: Sacados de otro bajo que por un montón de razones que llevan a su re-construcción, merece mejores tratos.

La fabricación cumple con las primeras dos leyes de la termodinámica.

Nota: Mientras el mástil se encolaba, de desfondó un estante y un tablón gigante cayó sobre una guitarra, reventandola en el acto, el bajo se salvó por 10 cm.









5.09.2010

Alma en la pecera


Para crear, algo de igual valor debe perderse. Es la ley de la equivalencia de intercambio de los alquimistas.


Son mis ojos encandilados por la luz del sol otoñal que traspasa mis ventanas y rebota en el piso de cerámicas, llenando todo el espacio con calor y luminosidad. En ese estado de ceguera parcial, escucho los latidos veloces de un corazón angustiado y el reposo muscular de mi cuerpo cansado.

Fuera, los pájaros cantan sus últimas notas del amanecer, saltan de rama en rama y realizan vuelos rasantes que entretienen a mi perra, quien intenta alcanzarlos con saltos ágiles y cortas corridas. Los dejo divertirse sin intervenir, sus juegos son un regalo que aprecio y, a veces, comparto. Fuera, en el patio, recostado sobre el marco de la puerta del taller esta el bajo de Paz. Sin cuerdas, sin sonidos, pero lleno de vida, de sol. Es recuerdo y presente, es señal del constante cambio y del repentino giro de los vientos que me llevan. Ahí, estático y sin voz. Aquí, estático y sin vos.

El viento sopla del norte, con la brisa cálida de las aguas pardas, lejanas, del río Paraná y se lleva por un momento los cantos y los jadeos. Solo queda el susurro de las efes dibujadas en la madera, maquilladas por la pintura. Música del aire, del árbol que ya no es (y de los soles y lunas que lo vieron crecer), de las manos que lo acariciaron y esas otras que lo crearon. Para que resurja nuevo, parte de él debe perderse y así el cambio no afectará su esencia, la enriquecerá.

La vida y el amor de mis manos, sangre y lágrimas que se secan en los mangos de las herramientas y rodean un corazón más calmo, se funden en movimientos conocidos, familiares. El tiempo pasa en horas interminables, llenas de imágenes de belleza efímera (a veces, el simple vuelo de una avispa que siempre me visita) y cuando cae la noche, el instrumento y yo comenzamos el largo camino de las transmutación.

Me queda esperar que noticias me trae el nuevo sol de la mañana y el canto de los pájaros que te conocen (a vos o a tu loro).


Hasta mañana.