4.04.2011

Mimizuki

De nuevo las hojas se ponen amarillas, caen pesadamente o bailan hasta encontrarse con el suelo aun verde del patio. La luz atravieza los huecos de ramas semidesnudas, se filtra y rebota en la ventana, en la pecera. Hasta que un dia, lo sé, esos frondosos fresnos que viven frente a mi balcón dejen por completo a mi entender, cuando el viento lleve sus ultimas hojas de cobre, la verdad. Que no vas a aparecer en esa calle buscando la puerta, llamando a mi perra, resplandeciendo con el sol otoñal.

Y si el frio del invierno que se asoma supiera, que ni el calor del verano, ni los amigos prestados suman la calidez de las risas que me regalabas. Seguro vendría antes, tocando el timbre con ritmo, para engañarme y dejarlo entrar.