6.04.2010

Lo malo de jugar de a dos

Se me escapa el aire cada vez que alguién te nombra. El sol se esconde tras nubes que no estaban y el viento norte cambia al sudeste, helando las ramas de los árboles desnudos, congelando el vuelo de unos pocos zorzales que casi no cantan.
¿Dónde puedo encontrarte? ¿Cómo busco a ciegas el corazón que antes se encendia en incandescentes luces de colores y ardía con el aroma de la lluvia y el amanecer?
Muchos recuerdos me atrapan, me golpean y hacen que actue de formas ajenas, extrañas, repulsivas para mi. Y el espejo me devuelve miradas perplejas, carentes de sentido y conocimiento. ¿Quién sos? Me digo, y no se que responderme.
Los dias pasan, arrastrandose como tortugas, y una esperanza (estúpida, infantil) sigue flotando en ese mar insondable que nos separa. Soy muy niño para nadar, soy muy viejo para buscar otra balsa que me lleve a tierra. Ya no me quedan recuerdos de la infancia donde no estés y en el futuro solo hay bruma.
Pienso una manera de seguir, me gusta, le doy forma y ántes que el pampero se la lleve a otros lugares intento ponerla en un acorde. Pero mis manos son torpes y la deforman un poco, sigue estando, sigue brillando, en otro tono, más humilde. Es la última expresión que queda, plasmada en cartas, en música, en verso, de los amores que no volverán.
Ahora, guardada reposa, respira, se agita. Casi me ruega que la saque, teme que el tiempo se le acabe y la magia se pierda, segregada en el éter de un universo que se expande desde la primera explosión.
Sol, sol y estrella. Y una pequeña luna.

1 comentario:

Erwin dijo...

Me revolvio las tripas y las acomodo en otra posicion. Cuanta profundidad... espero que no hable de tu presente amigo...
Erwin