12.01.2010

Si estas en el cielo te busco, aunque la caida sea sin paracaidas.

Hay días que te extraño tanto que los ojos y la piel de las mejillas me arden de tanto llorar. Días, como esta noche de lluvia.

Entonces una dedicatoria en un libro, una carta, una foto, una promesa de amor, o tu voz grabada por un instante en una canción, para siempre en mi cabeza. Para siempre...

...si, para siempre. No importa que pase, no importa como. Aunque a veces tengo miedo de olvidar alguna de las muchas pequeñas cosas que te hacen única, pienso que una parte de mi las va a atesorar. En esos sueños donde venís y hablamos, reímos, caminamos. Y cuando despierta las sabanas guardan tu calor y perfume, como si me los mandaras desde no-tan-lejos donde estas.

Te quiero y es difícil no saber que sienten esas manos, que ven tus ojos (a veces, casi negros), preocuparme o celarte de incógnito, desde lo ajeno, desde lo frío de una planilla o un proceso de bytes.

Muero un poco todas las mañanas que me despierta el sol pálido y los verdes lavados del jardín. Hasta que un recuerdo, de una palabra, de una sonrisa, los encienden y es despertarse de nuevo.

Va a pasar el tiempo, lo sé, y voy a seguir ahí, sin ser tan genial como vos (¿quién lo es?), esperando, imaginando, transformando este amor que quema como un fuego mágico inextinguible. Hasta que de con algo inesperado e infalible Es que sos el amor de mi vida, dueña de las cientos de cosas que nunca te dije y de canciones que me guardé. Puede que esto duela ahora, pero no lo hizo antes, quizás no lo haga mañana.

Pero siempre (SI, SIEMPRE) voy a ser mejor persona por conocerte y que me hayas dejado quererte.